Ese excesivo calor que soportamos en invierno gracias a días muy claros con un sol intenso y temperaturas de 30 grados, incluso en enero, está provocando serios daños a cultivos tan comunes y necesarios en tierras murcianas como la lechuga, un notable exponente de esta agricultura.

Las consecuencias inmediatas son cultivos menos productivos porque muchas piezas dejan de ser comerciales incluso antes de haber completado su ciclo para ser recolectadas. La temperatura alta produce una disminución del crecimiento -la planta crece más lentamente- pero a su vez, cuando el calor es extremo, provoca daño directo porque se queman las hojas.

Por otra parte, las lluvias torrenciales también tienen un efecto negativo. El exceso de calor provoca deficiencia de nitrógeno o suelo anegado/inundado. Las lechugas se atrofian y sus hojas son amarillas y duras quedando el cultivo no apto para la comercialización. Esto ocurre cuando la temperatura ambiental es superior al umbral de temperatura que la lechuga es capaz de soportar. La solución es sencilla, debemos cultivar en zonas de sombra o bien proporcionarles una.

Este problema está provocando que este tipo de cultivos se estén trasladando a zonas más frías de la geografía española con lo que ello supone para la producción agraria local.

Es cierto que en lugar de la lechuga u otros cultivos de hoja se pueden cultivar diferentes vegetales que se desarrollan bien en la huerta murciana, no obstante, esto no deja de ser un contratiempo, pues trastoca las líneas de comercialización que crean las empresas en relación con las demandas de los clientes.

Ya no se cultiva para posteriormente vender, ahora se planta y se recolecta lo que el cliente te pide. Desde el día que se siembra hasta que el consumidor final adquiere la verdura hay un proceso muy estudiado que busca reducir costes, conseguir el producto que el cliente del supermercado valora y, en definitiva, alcanzar la rentabilidad que permita continuar con el cultivo y la comercialización del mismo. Cambiar cultivos supone cambiar estrategias comerciales también.

Es por ello que el cambio climático influye en la agricultura mucho más de lo que nos podíamos pensar y es necesario tratar estrategias que combatan los efectos de este cambio para no encontrarnos con desagradables resultados sin saber a qué se deben.

Actualmente, las propias productoras de semillas juegan con todos los parámetros para buscar soluciones a los problemas que plantea el clima cambiante y de momento los resultados están siendo satisfactorios, pero ello requiere atención por parte de las autoridades para poder apoyar todas las iniciativas que permitan adaptarse a los nuevos tiempos que propone el planeta a causa de los efectos que el hombre provoca en el clima.

No dejen de observar este asunto, es un tema interesante.

José Antonio Gutiérrez.